Para empezar y sobre todo si tus filetes no tienen un grosor irregular, extiéndelos sobre una tabla, cúbrelos con un film y con ayuda de un mazo aplánalos bien. ¡Te ayudará a mejorar el resultado!
Escurre bien las hojas de grelo cocidas y pícalas bien con un cuchillo.
Salpimienta ligeramente una de las caras de las pechugas y cubre ¾ partes de la superficie con los grelos picados bien extendidos, dejando una franja libre en uno de los extremos. Así evitaremos que el relleno desborde cuando enrolles las pechugas.
¡Llega la hora de añadir el queso! Extiende las lonchas de queso sobre los grelos y con cuidado de que no sobresalgan de la carne.
Enrolla cada una de las pechugas, empezando por el extremo que tenga relleno, poco a poco y con cuidado de mantener el relleno en su lugar.
Una vez que tengas todas las pechugas enrolladas, rodea cada una de ellas con 2 lonchas de bacon ajustándolas bien para mantener cerradas las pechugas.
Precalienta el horno a 200 grados durante 10 minutos.
Mientras, vierte un chorrito de aceite de oliva sobre una fuente de horno y coloca las pechugas en paralelo. Salpimiéntalas y, si lo deseas, espolvorea hierbas aromáticas sobre las pechugas.
Mete la fuente en el horno, a altura media y calor por arriba y abajo durante unos 35 minutos a entre 180 o 200 grados, dependiendo de la intensidad de tu horno. Sabrás que están listas cuando las veas bien doradas.
Pues ya está. Sólo te queda sacar la fuente del horno y emplatar. Si quieres que quede bonito, puedes cortar cada pechuga en rodajas y disponerlas en abanico sobre el plato. Pero si vas a tardar en llevarlas a la mesa, déjalas enteras y que tus comensales disfruten viendo cómo se desparrama el Queso trébol en barra derretido en su plato. ¡Mmm!
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