Pelamos las castañas con la ayuda de un cuchillo, quitamos solo la cáscara. Es una tarea un poco laboriosa, pero el resultado merecerá la pena.
En un cazo o en una pota a fuego alto ponemos un litro de agua, una pizca de sal y cocemos las castañas durante 15 minutos. Es importante que no queden duras pero que tampoco se deshagan al cogerlas.
Una vez que estén cocidas las ponemos en un escurridor para que se enfríen. Podemos usar agua fría si tenemos mucha hambre y queremos ir rápido 😉
Cuando las castañas estén frías o templadas, las pelamos quitando la “segunda piel” para que queden lo más limpias posibles.
Vaciamos de agua el cazo o la pota anterior y echamos la leche y el azúcar y lo ponemos a calentar a fuego medio mientras removemos con una cuchara de madera. Incluimos una ramita de canela si queremos darle más sabor.
Cuando la leche empiece a calentarse, incorporamos las castañas ya peladas y limpias. Cocemos durante 5 minutos ¡y ya está nuestro postre listo para consumir!
En un tazón ponemos las castañas con la leche y empezamos a saborear. ¡Ah! Para innovar podemos echarle un chorrito de miel y mezclarlo todo. ¡Ñam! 🤪