Limpiamos muy bien los chipirones, separando las patas del cuerpo y retirando los desechos. Lavamos con abundante agua para eliminar los restos de arena.
Ponemos a calentar un poco de aceite en una sartén. Cuando esté caliente, añadimos la cebolla y el ajo picados. En cuanto estén pochados, añadimos los chipirones limpios y troceados. Cocinamos durante unos 6-7 minutos a fuego medio.
Añadimos los 100 ml de vino blanco y el sobre de tinta de calamar.
Dejamos que todos los ingredientes se integren y se cocinen juntos durante unos 10 minutos para que se reduzca el caldo. Reservamos.
Comenzamos a elaborar la bechamel. Para ello, ponemos a calentar los 60 ml de aceite en otra sartén. En cuanto esté caliente, añadimos los 60 g de harina y dejamos que se rehogue bien.
Vertemos la leche poco a poco y sin dejar de remover. Sazonamos con sal, pimienta y nuez moscada. Dejamos que se cocine durante 10 minutos removiendo con unas varillas metálicas.
Añadimos la mezcla de calamar, vino, ajo y cebolla a la bechamel. Mezclamos y dejamos que se cocine otros 10 minutos.
Pasamos la masa a una fuente o recipiente y dejamos reposar hasta que se enfríe. Tapamos la fuente con papel film y la introducimos en la nevera durante 24 horas.
Es hora de hacer nuestras croquetas. Cogemos pequeñas porciones de masa, les damos forma redonda, las pasamos por harina, huevo batido y pan rallado.
Cubrimos de aceite la sartén en la que vayamos a freír nuestras croquetas. Calentamos a fuego medio. Cuando el aceite esté caliente, añadimos las croquetas previamente pasadas por harina, huevo y pan rallado.
En un plato o fuente, dejamos preparada una servilleta de papel para ir dejando las croquetas sobre ella, eliminando el exceso de aceite. Cuando las croquetas estén cocinadas por los dos lados, las retiramos de la sartén y vamos introduciendo las nuevas. ¡A disfrutar!