Vitamina D en los lácteos

La vitamina D es un micronutriente deficitario en gran parte de la población. Una de las razones de esto es que, para obtenerla, es muy importante exponerse a la radiación solar. De esta forma se sintetiza la mayoría, pero otra pequeña parte la podemos obtener mediante la alimentación; los pescados grasos son los alimentos que contienen mayor cantidad, pero los lácteos también aportan una pequeña cantidad.

¿Qué cantidad diaria de vitamina D es la recomendada?

Según la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, EFSA por sus siglas en inglés, la cantidad recomendada para las personas mayores de un año es de 15 µg por día.

Entre sus funciones, destaca su papel importante en la absorción del calcio y fósforo, por lo que la ingesta de estos nutrientes en una cantidad adecuada sería fundamental para obtener todas sus ventajas.

Tanto el fósforo como el calcio son dos minerales clave para tener una buena salud ósea. La sinergia entre estos dos minerales y la vitamina D hace que se aprovechen mejor sus beneficios. Diferentes estudios afirman la relación positiva entre el consumo de vitamina D y la mejora de la salud ósea. Desde pequeños, para prevenir el raquitismo, o en personas más mayores para la prevención de la osteoporosis. Y especialmente en los ancianos, ya que la cantidad de vitamina D recomendada es siempre superior debido a una mayor probabilidad de caídas y a un aumento de la fragilidad ósea. Los lácteos contienen ambos nutrientes por lo que sería un grupo de alimentos muy a tener en cuenta.

¿Qué otras funciones desarrolla la vitamina D?

Además de tener un importante papel en la salud ósea, la vitamina D puede desarrollar otras funciones, es capaz de activar un factor de transcripción nuclear conocido como receptor de vitamina D implicado en los procesos de diferenciación celular, inmunitarios y neuroprotectores, incluso también interviene en la regulación de la presión arterial. Estudios realizados afirman que la vitamina D puede ayudar en la prevención de enfermedades de tipo inflamatorio, infecciosas e inmunitarias.

Dichas funciones la convierten en nutriente esencial y justifican la necesidad de su ingesta a través de los alimentos; entre los que destacan los productos lácteos porque mejoran su biodisponibilidad.

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