Antes de nada, lava ligeramente el arroz. En contra de lo aconsejado en algunas recetas de arroz con leche, para que sea meloso, necesitamos todo el almidón del arroz, así que sólo un poco de agua y listo.
Pon una olla al fuego con la leche fría, las ramas de canela, la corteza de limón (limpia de la parte blanca) y el arroz ya lavado.
Mantén el fuego bajo y deja cocer durante entre 40 y 45 minutos. Debes tener cuidado de que la leche no se pegue, por eso es importante remover cada 4 o 5 minutos y mantener el fuego bajo.
Pasado este tiempo, el arroz tendrá ya una textura melosa. Si no es así, puedes añadir un poco más de leche y dejar cocer 10 minutos más. A veces, las cocinas de gas y las vitrocerámicas tienen tiempos diferentes.
Con la textura ya melosa, es hora de incorporar el azúcar. Tendrás que dejar cocer entre 10 y 15 minutos más, siempre a fuego lento y ya sin dejar de remover.
Apaga el fuego, retira el limón y las ramas de canela y vuelca el contenido de la olla en una fuente profunda para reposar sin peligro de que se pegue. El calor acumulado en el arroz va a mantener durante un tiempo su cocción, y si lo dejas en la cazuela corres peligro de arruinar tu receta.
Si lo prefieres, puedes servir el arroz con leche en cuencos individuales. Será especialmente útil si a alguien en tu casa le gusta comérselo caliente.
Espolvorea con canela molida y mantén tu fuente o fuentes de arroz con leche casero sobre la encimera de la cocina hasta la hora de servir. ¡Si te resistes al olor, claro!
Si en tu casa os gusta bien frío, es mejor que lo hagas el día antes para que el recipiente se enfríe totalmente antes de meterlo en la nevera. ¡No lo metas caliente!