Lava las espinacas, retírales los tallos, córtalas finamente y resérvalas hasta que llegue el momento de incorporarlas a la receta.
Pela y pica la cebolla y el ajo y ponlos a rehogar en una sartén con un chorrito de aceite.
Cuando comiencen a transparentar, incorpora la harina y remueve la mezcla durante un par de minutos. Añade la leche y la sal, y sin dejar de remover, cocina la bechamel durante 10 minutos.
Transcurrido ese tiempo, agrega las espinacas, remueve la mezcla y deja que se cocinen durante 5 minutos.
Vierte la masa en una fuente y espera a que se enfríe. Cúbrela con papel film e introdúcela en el frigorífico durante 24 horas.
Saca la masa de la nevera, córtala en pequeñas porciones y ayudándote de dos cucharas, dales forma redonda.
Prepara tres platos, uno para la harina, otro para el huevo batido y el último para el pan rallado. Reboza tus croquetas siguiendo el orden: primero harina, luego huevo y después pan rallado.
Pon una sartén al fuego con abundante aceite y deja que alcance una temperatura media. Introduce las croquetas y fríelas por los dos lados.
Escúrrelas en una fuente cubierta con papel de cocina.
¡Que lo disfrutes!