Corta en dados la mantequilla, deposítala en un bol y añádele el azúcar. Recuerda que lo ideal es que la mantequilla esté a temperatura ambiente para que trabajar con ella sea mucho más fácil.
Cuando la mezcla de mantequilla y azúcar esté bien integrada, añade los dos huevos y la esencia de vainilla. Vuelve a mezclar hasta que la masa quede, de nuevo, homogénea.
¡Llega el momento de añadir la harina! Es importante que la tamices, es decir, que la pases por un colador.
Con una cuchara de madera mezcla la harina tamizada con la masa anterior (mantequilla, azúcar, vainilla y huevo) hasta que quede totalmente integrada.
Si necesitas dejar a un lado la cuchara de madera y mezclar con las manos… ¡Adelante!
Una vez lista la masa, envuélvela en papel film y métela en la nevera durante 2 horas aproximadamente.
Pasado ese tiempo, verás que la masa ha aumentado su tamaño ligeramente. Espolvorea un poco de harina sobre la mesa y extiende la masa para que puedas cortarla fácilmente.
Si quieres, puedes ayudarte de moldes con formas originales para hacer tus galletas o simplemente corta la masa en pequeñas porciones con la ayuda de la boca de un vaso o una tacita, si las quieres más pequeñas.
¡Ya queda muy poquito! Enciende el horno a 180º y hornea las galletas en la parte media durante 10 minutos. Pasado este tiempo, déjalas enfriar sobre una rejilla.
¡Listas para comer! Puedes mojarlas en un tazón de leche Larsa o hacerlas de todos los sabores que quieras, solo tienes que incluir el ingrediente extra en la masa… Y listo ;-)