Hay días/épocas que nos sentimos más o menos positivos, con más o menos energía. Estas emociones se ven afectadas por muchas circunstancias, pero, parece ser que, nuestro estado de ánimo puede estar vinculado, estrechamente, y entre otras cosas, con la alimentación.
Una alimentación basada en la variedad y el equilibrio es clave. Los lácteos cumplen todas estas condiciones, ya que este grupo de alimentos aporta una cantidad destacable de nutrientes y su consumo está asociado con muchos beneficios para la salud. Según las recomendaciones generales, sería importante consumir 2-3 raciones de lácteos al día.
Las últimas investigaciones revelan que los lácteos aportan un papel importante en la mejora de nuestro estado de ánimo. Son una fuente interesante de vitaminas, minerales y compuestos bioactivos que forman parte en los procesos de la regulación del estado de ánimo.
Los lácteos, aportan minerales como el calcio, el fósforo, el potasio, el magnesio y el zinc. Estos minerales, están relacionados con una función protectora, frente al estrés, los cambios de humor y la irritabilidad. Por lo que se puede decir que intervienen activamente en el estado ánimo. Con unos niveles bajos de estos minerales existen más posibilidades de tener ánimos depresivos.
A nivel vitamínico, entre las vitaminas más destacadas de los lácteos encontramos la A, D y las del grupo B. Estas son cofactores esenciales en la síntesis de los neurotransmisores, mensajeros que contribuyen en la sensación del bienestar.
Por otra parte, los lácteos, son fuente de proteínas completas y de alto valor biológico, por lo que aportan aminoácidos esenciales como son el triptófano y la fenilalanina, componentes que actúan como precursores de la serotonina conocida como “la hormona de la felicidad”.
Los lácteos fermentados como el yogur contienen probióticos y compuestos bioactivos que pueden interactuar con el sistema nervioso de forma directa o indirecta. Actúan como receptores hormonales, activando y liberando hormonas intestinales relacionadas con el estado de ánimo como es la serotonina. Además, en nuestro intestino se pueden producir y liberar productos bioactivos de la fermentación por parte de los probióticos, que tienen una actividad antinflamatoria, aportando una protección contra los procesos inflamatorios del sistema cerebral que se ha mostrado que están asociados con condiciones neurológicas como es la depresión o el Alzheimer.