Pica la cebolla muy fina y en taquitos. Hay que dorarla a fuego lento en una sartén amplia con un poco de mantequilla. Unos 8 minutos, sin que llegue a quemarse. ¡No dejes que hierva nunca!
Cuando la tengas lista, retira la cebolla de la mantequilla. Ahora pica la carne del cocido. Puedes utilizar la que tengas a mano: Chorizo, costilla, jarrete de ternera… Es importante retirar la piel del chorizo.
Una vez que tienes la carne picada, la añades a la misma sartén que utilizaste antes. Deja rehogar a fuego lento unos 5 minutos removiendo de vez en cuando sin que la carne llegue a endurecerse.
Agrega la harina, sin subir el fuego. Es importante que no se formen grumos, así que es mejor que tamices previamente la harina y que no dejes de remover la mezcla con unas varillas. Cocinamos durante unos 7 minutos.
Con esta primera pasta lista, añade poco a poco la leche a fuego bajo. Hay que tener cuidado con los grumos, así que sigue removiendo sin parar con las varillas. Tenemos que elaborar una masa homogénea y dura, así que ve dosificando la leche y revolviendo hasta agotar la cantidad que marca la receta.
Añade una pizca de sal. ¡No te pases! Luego puedes rectificar según la sal que aporta la carne. Ahora sube el fuego para que la bechamel comience a hervir, hasta que llegue a cocerse, sin dejar de remover en ningún momento. Sabrás que la bechamel está perfecta cuando se formen borbotones gordos y te cueste revolver la masa.
En una fuente plana extiende la masa y deja que enfríe por lo menos 3 horas para que termine de solidificarse. Si quieres darle forma al día siguiente, mete la masa en la nevera cubriendola con papel film. Es importante que no se humedezca.
Para darles forma, utiliza dos cucharas grandes o las manos. Lo mejor es que antes de tocarlas reboces la masa en pan rallado. Así no se te quedarán pegadas. Puedes hacerlas alargadas o redondas, lo que sea más fácil. Cuando las tengas, rebózalas en huevo para darle una última capa de pan rallado antes de freírlas.
En una sartén coloca la cantidad suficiente de aceite para cubrir las croquetas. Calienta bien el aceite, pero sin pasarte, que no llegue a humear. Es importante que esté caliente, así evitarás que se abran. Déjalas escurrir en papel de cocina y, ¡a disfrutar de tus croquetas de cocido! Frías o calientes, ¡están buenísimas!
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